Algunos encuentran la calma, respirando hondo y acudiendo religiosamente a algún espécimen que escucha sus dilemas y receta fármacos que mágicamente, solucionaran su vida con tortuosos lapsos que digerirá dopadamente en algunos días, otros por su lado soportan el caos interior del pánico, con el cual se enfrentan tortuosamente a una lluvia de preguntas agobiantes que rozan la locura, divagando infinidades de veces en preguntas que atochan y vuelven el miedo algo cotidiano y asumido, otros a la vez, optan por ahogar sus dolores y falencias en líquidos etílicos, adjuntando algún otro tipo de factor volátil, otros al unísono encierran sus mentes en cuartos oscuros, detrás de unos buenos beat, comentan con sus neuronas lo fantástico que es agobiar la mente en el olvido, y dejar atrás situaciones estresantes que diluyen la calma, cual tortuga del dolor, otras aun más desquiciadas, buscan desenfrenadamente el auto castigo, para sopesar el ansia de sus mentes, descarriando razones que se oponen, cual luna del sol, pues en ellos habita lo oculto y engorroso, arrebatando forma y formando un enemigo, que nuestro cuerpo cobija, y así aquellos que leen lo que para otros comprende la calma, son también aquellos que componen mis mas fuertes pilares, pues no existe mayor deleite que una serenidad basada en la felicidad de aquellas personas a las cuales puedo mirar a los ojos, sin sentir presión.