
Hace un tiempo, una persona que no viene al caso mencionar, me dijo con un tono agresivo “¡ese es tu problema, si no das, nunca te darán nada, y tu nunca estas dispuesta a dar!” y en realidad lleva tanto tiempo dando vueltas en mi cabeza, que casi lo eh asimilado como uno de los prismas mas reacios de mi personalidad, y es que al enfrentarme a relaciones sociales, siempre topo con la glaciar pregunta ¿acaso los sentimientos son una balanza, en donde lo que recibes, con justa medida das? A esto se asemeja algo que memorice en algún lugar, y es que, solo a un tipejo llamado dios…blah blah … debemos confiarle nuestros secretos y alma, a nuestros pares, debemos confiar en justa medida, en la que nos confían, topando con una gran interrogante: ¿Cómo confiamos, si aun no confían en nosotros? Pues claro desde el desarrollo de las grandes agrupaciones, crece la desconfianza en el propio ser humano, planteando numerosos escritos relacionados al tema planteado, creyéndonos pioneros en proponer la desconfianza como la base mas cimentada de aquellas relaciones sociales con las cuales nos vemos obligados a enfrentar día a día, pues es típico retractarnos cual fuésemos tortugas dañadas, donde en forma temerosa nos recobijamos en nuestro cascaron, proponiendo la frialdad o reaciedad, ahora como base de nuestra forma de relacionarnos. Y es que nadie me saca de la cabeza, que todo lo que antes mencione, no es nada más que un puto embrollo de quinceañera, cuando queremos es a voluntad (saque de su mente el concepto de monos primitivos, seres racionales somos, aunque no se note), en donde cada persona entrega a voluntad y conciencia, si proveo, no es a cambio de un gracias, ni mucho menos de algo de vuelva a equilibrar la balanza. Para serles sincera, tan ridículo, me parece escribir sobre esto, que culminare con lo siguiente: “entrega libre”.
Con el sigilo de un Miau!