Cuándo será el último soplo de aliento, retenido con un gruñido animal, con los dientes apretados para no dejarlo salir, porque despúes no habrá otro, nunca más. Cuándo, a qué hora del día o de la noche, fijado en un reloj ya sin cuerda, será ese último segundo y no otro, que dejará el resto del tiempo al mundo, que prosigue en otros giros y otras carreras. Dónde, en qué cama, asiento de coche,ascensor, playa, sillón, en qué habitación de hotel el corazón sentirá ese dolor agudo, la espera interminable, curiosa e inútil del siguiente latido, despúes de ese intervalo que parece cada vez más largo, y todavía más largo, infinito. A veces todo es tan rápido que ese último sobresalto es la calma al fin, pero no la respuesta, porque durante ese relámpago deslumbrante no hay tiempo de entenderla, a veces ni siquiera de sentirla.