Recapitular tu vida, con alegría, y frenesí, cada pequeño recuerdo, sus vivencias, tópicos dulces y agrases, rescatando de ellas una enseñanza de vida que compartir, nos entrega una forma de ver la vida con una sencillez, de no más pomposas riquezas que una bicicleta al sol, con simpleza, tenacidad y valentía, que no es capaz de ser entregada por escuelas educativas, cada gesto que nos entregaste, sabemos a ciencia cierta, que fue de corazón y producto del enorme amor, que siempre tuviste en nosotros. Valorabas cada característica y personalidad, existiendo un nutrimiento cíclico que hoy por hoy guardaremos hasta siempre como valiosos joyeros en nuestra memoria, que cada uno de los valores que inculcaste y difundiste en nosotros, sea vestigio de la etapa que marcaste en nuestro camino.
Padre!